Hace
un par de semanas, más concretamente el fin de semana del 25 y 26 de febrero
estuve como piloto en en un evento de paracaidismo llevado a cabo en Blantyre.
En parte fue un poco como una vuelta a mis primeros pasos como piloto, pues mi
primer trabajo en este mundillo fue en el Aeródromo de Santa Cilia de Jaca
(Huesca) trabajando para el Club de Paracaidismo Pirineos.
Cila, la mascota del Club de Paracaidismo Pirineos.
Actualmente,
hay diferentes caminos para conseguir "vivir" como piloto (lo
que yo ahora estoy haciendo básicamente es "sobrevivir"). Puede
ser que como piloto alcances tus objetivos porque conoces a alguien dentro de
alguna compañía y te eche una mano para entrar en ella, o puede ser que después
del importante desembolso económico que supone formarse como piloto aún estés
dispuesto a pagar el curso correspondiente de algún avión más grande (es lo que
sucede en las compañías de bajo coste: Ryanair, Vueling, Easyjet,...),
o bien puede ser que tomes el camino más dificil: armarse de paciencia e
intentar conseguir experiencia desde abajo volando como instructor, arrastrando
pancartas publicitarias por encima de la costa, haciendo vuelos turísticos,... o
como fue mi caso particular lanzando paracaidistas; para que así en algún
momento futuro toda esta experiencia sea valorada y puedas optar a un puesto de
trabajo mejor como piloto.
Como
decía antes mi "Time-Building" particular para conseguir
experiencia fue trabajando con los paracaidistas. En Jaca estuve trabajando
tres años durante los veranos, la mayor parte de fines de semana y días festivos.
Ahora que han pasado varios años, recuerdo este trabajo como uno de los más
divertidos que he tenido pues tanto los instructores como los paracaidistas
suelen ser gente bastante loca y divertida que lo que busca es pasarselo bien
en todo momento: ya sea estando en tierra, volando, o saltando de un avión.
El
fin de semana comenzó el jueves por la tarde. Después de haber estado volando
toda la semana con un grupo de empresarios llegué a Lilongüe y cambié de avión.
El vuelo de Lilongüe a Blantyre tuvo una pequeña escala en Club Makokola (la
primera airstrip a la que fuí en África), pues como es normal siempre hay
que intentar rentabilizar al máximo todos los vuelos y en este caso concreto
había cinco personas a las que teníamos que llevar allí. Cómo el tiempo era
bastante bueno y no había prisa por llegar a Blantyre, aún tuve tiempo de
tomarme un pequeño descanso de 45 minutos junto a la orilla del lago.
Tomando un
refresco de cereza en ClubMak.
Estas
son las playas que hay a la orilla del Lago Nyassa en ClubMak.
Tras el descanso, el vuelo
continuó hacía Blantyre. El avión en el que se llevó a cabo la actividad del paracaidismo fue
una Airvan GA-8 de fabricación australiana. Casi todos los modelos de aviones
que tiene mi actual empresa los había volado anteriormente en España, pero la
primera vez que vi en persona este modelo fue aquí. Es un avión bastante
ergónomico, muy bien diseñado y equipado, y super amplio. Los asientos se
pueden quitar muy facilmente y puedes pasar de tener un avión de ocho plazas a
tener un avión de carga en apenas 10 minutos. Los únicos inconvenientes son que
es un poquito lento, como opinión personal creo que le falta algo de motor (con
50 cv. más, o con un motor turbo sería un autentico maquinón), y que los
asientos son bastante duros y en cuanto llevas más de media hora sentado se
hacen algo incomodos.
Cockpit
de la Airvan GA-8
(Dedicada
a mi primo Alfonso, que recientemente me pidió que
pusiera
en el blog alguna foto de las cabinas de los aviones).
Este vuelo fue muy corto, apenas
25 minutos, lo chulo del mismo fue que la ruta pasaba por encima del río Shire
y del Parque Nacional de Liwonde, y las vistas eran espectaculares.
"Pequeño"
Cumulonimbu (CB).
Sobrevolando
el Shire y Liwonde.
La actividad de paracaidismo
comenzó el sábado por la mañana. Mi labor basicamente consistía en subir a los
paracaidistas a 3.000 metros de altura sobre el suelo para que saltaran y luego
bajar y preparar el avión para la siguiente rotación. En cada rotación había
tres tipos diferentes de paracaidistas: Por un lado estaban los Tandem
Master con sus respectivos pasajeros, éstos son paracaidistas muy
experimentados que saltan con gente sin experiencia enganchada a ellos por un
arnés; por otro lado también había alumnos paracaidistas que se estaban
iniciando en el mundillo y estaban haciendo sus primeros saltos en solitario, y
por último paracaidistas más o menos experimentados pero que ya tenían su
propia licencia y podían saltar sin ninguna supervisión.
Como
veis, el avión estaba bien concurrido.
Zona
de Plegado.
Una de las cosas más curiosas, fue
la gran atracción que suposo para la gente de la zona la actividad del
paracaidismo. Justo a lado del aeropuerto de Blantyre hay una pequeña localidad
y tras los primeros vuelos poco a poco, más y más gente se fue acercando. Probablemente era la primera vez que veían a gente saltar de un avión, y
en cada aterrizaje cientos de niños se congregaban junto a la dropzone
gritando y aplaudiendo.
A
la izquierda paracaidistas embarcando en la Airvan GA-8. A
la derecha todos los niños expectantes.
Una
nueva copiloto para mi avión.
Como
decía antes, entre rotación y rotación me tocaba preparar el avión. La preparación
principalmente consistía en repostar el avión, pues contra más peso lleves, más
tiempo vas a tardar en conseguir la altitud deseada, por lo que en cada vuelo
unicamente se llevaba el combustible necesario para realizarlo, más una pequeña
reserva. Así que cada vez que aterrizaba me tocaba ir a los bidones de
gasolina, meter la manguerita y traspasar combustible a unas garrafas más
pequeñas para poder vaciar éstas en los depositos del avión. Mientras el nivel
de combustible de los bidones fuera elevado no había
problema pues gracias a la teoría de los vasos comunicantes es de lo más
sencillo; pero una vez que el nivel de los bidones bajaba tocaba poner el barril a otro nivel más elevado y aspirar la
manguerita para que una vez que el combustible fluía, ponerla en la garrafa lo más rápidamente posible, de lo contrario el trago que te metías de
combustible era de los buenos... Ahora puedo decir con total seguridad que el combustible de
aviación AVGAS repite bastante y lo sigues saboreando durante horas.
Traspasando
combustible de los bidones a las garrafas.
Repostando
la Airvan.
Aún
hay tiempo para una fotillo.
Ya os he contado que en mi opinión a
la Airvan le falta algo más de potencia en el motor. Los tiempos de las
rotaciones variaron bastante dependiendo del peso que llevará en cada una de
ellas, pero por norma general estaban entre los 25 y los 40 minutos. El tipo de
vuelo me recordo muchísimo a mi querida Romeo Kilo de Jaca (una Cessna
207 cuya matricula era EC-CRK), en la que había que armarse de
paciencia, y a partir de determinada altitud había que volar unos 5 kts. por
encima de la velocidad de perdida para conseguir algo de velocidad vertical y
poder ascender, pues tenía el mismo problema que la Airvan y también a este avión le faltaba motor. ¡Ay que
recuerdos! A saber donde estará ahora ese avión, la última noticia que tuve
de él tras su venta por parte del club de paracadismo, fue que sus nuevos
propietarios le dieron un uso algo "inapropiado" y fue incautado en
una operación antidroga con 550 kilos de hachís en su interior, al llegar de un vuelo por Marruecos...
Una de las cosas más divertidas de
todo el fin de semana fueron los "Beer Sprint" con Gary, uno
de los instructores. El juego se realizó en los últimos vuelo de cada uno de los días y consistía
en hacer una carrera desde las alturas: él saltaba del avión y yo tenía que
bajar lo más rápidamente posible con el avión, el primero de los dos que
llegara al suelo y cogiera una cerveza ganaba. Es cierto que en este juego los
paracaidistas tienen ventaja respecto del piloto, pero aunque Gary se creía muy
listo y se daba por ganador antes incluso de competir, el sábado yo me alcé con
la victoria; pues casi 1.000 rotaciones previas a mis espaldas ayudan bastante
a saber los trucos para descender lo más rápido posible, cuidando el motor del avión y sobre todo extremando la precaución. El domingo volvimos a
repetir la carrera y como su orgullo se había quedado tocado del día anterior
se lo tomó con más seriedad y me ganó por apenas medio minuto.
El sábado una vez terminada la
actividad, plegados todos los paracaidas y dejado preparado y repostado el avión para la mañana
siguiente, tocaba recargar pilas o lo que es lo mismo meterse entre pecho y
espalda una buena cena y alguna que otra cervecilla con los Tandem Masters.
Eso si, sin pasarse porque al día siguiente volvía a tocar trabajar subiendo al
cielo a estos locos que saltan de aviones que funcionan...
El
Tandem Master "Zimbabweño" Rob.
Detalle
curioso de la camiseta de Rob.
Seguro
que a mis amigos paracaidistas les gusta.
Para terminar esta entrada y
compensar a mis lectores por mi tardanza en escribirla os dejo con esta foto
del último vuelo del domingo, para que veáis que es lo que se ve desde un avión
cuando se junta el atardecer con una tormenta africana.
¡¡Hakuna Matata!!